Discurso del primer día

Dificultades iniciales—El propósito de esta meditación—Por qué se ha elegido la respiración como punto de partida—La naturaleza de la mente—La causa de las dificultades y cómo manejarlas—Peligros que deben evitarse.

El primer día está lleno de grandes dificultades e incomodidades, debido en parte, a que uno no está acostumbrado a estar sentado durante todo el día tratando de meditar, pero sobre todo por el tipo de meditación que habéis empezado a practicar: la atención en la respiración, nada más que la respiración.

Hubiera sido mucho más fácil y rápido concentrar la mente sin estas molestias si, junto con la atención en la respiración, uno hubiese empezado a repetir una palabra, un mantra, el nombre de un dios o si hubiese imaginado la forma o aspecto de alguna deidad. Sin embargo, sólo se te pide observar la respiración, de forma natural, sin controlarla; sin agregar palabras ni formas imaginarias.

Éstas no están permitidas porque el objetivo final de esta meditación no es la concentración de la mente. La concentración es sólo una ayuda, un paso que conduce a un objetivo superior: la purificación de la mente, eliminando todas las impurezas mentales, las negatividades internas, para así, liberarse de todas las desdichas y alcanzar la iluminación total.

Cada vez que una impureza, como la ira, el odio, la pasión, el miedo, etc. surge en la mente, uno se siente desdichado. Cuando algo no deseado sucede, uno crea tensiones, y comienza a atar nudos internos. Del mismo modo, cuando algo deseado no ocurre, también uno genera tensiones internas. Durante toda la vida se repite este proceso, hasta que toda la estructura física y mental no es más que un manojo de nudos gordianos. Además, uno no mantiene esta tensión limitada a sí mismo, sino que la distribuye a todos aquellos con los que se relaciona. Sin duda ésta no es la forma correcta de vivir.

Habéis venido a este curso de meditación para aprender el arte de vivir: cómo vivir pacífica y armoniosamente con uno mismo, y generar paz y armonía hacia todos los demás; cómo vivir feliz día a día mientras avanzáis hacia la felicidad máxima que ofrece una mente totalmente pura, una mente llena de amor desinteresado, con compasión, con alegría por el éxito de los demás y con ecuanimidad.

Para aprender el arte de vivir armoniosamente primero uno debe encontrar qué causa la falta de armonía. La causa siempre está en nuestro interior, y por esta razón debes explorar tu propia realidad. Esta técnica te ayuda a hacerlo; a examinar tu propia estructura física y mental, hacia la que existe tanto apego, resultando en sólo tensiones y desdicha. Al nivel de la experiencia, uno debe comprender su propia naturaleza, mental y física; sólo entonces uno puede experimentar lo que pudiese haber más allá de la mente y la materia. Por lo tanto, ésta es una técnica de comprensión de la verdad, de auto—comprensión, que investiga la realidad de lo que llamamos "uno mismo". También puede llamarse una técnica para comprender a Dios, pues Dios no es más que verdad, amor y pureza.

La experiencia directa de la realidad es esencial. "Conócete a ti mismo", desde la realidad superficial, aparente y burda, hacia realidades más sutiles, hasta llegar a la realidad más sutil de la mente y la materia. Tras haber experimentado todas ellas, uno podrá ir aún más lejos, y experimentar la realidad última, que está más allá de la mente y la materia.

La respiración es un buen punto de partida para iniciar este viaje. Usar un objeto de atención imaginario, creado por uno mismo (una palabra o una forma) sólo llevará hacia mayores imaginaciones, mayor ilusión; no ayudará a descubrir las verdades más sutiles sobre uno mismo. Para penetrar en la verdad sutil, uno debe empezar con la verdad, con una realidad aparente y burda como la respiración. Además, si se utiliza una palabra, o la forma de una deidad, la técnica se convierte en sectaria. Una palabra o forma será identificada con una cultura, una religión u otra; lo cual puede resultar inaceptable para personas de diferentes culturas. El sufrimiento es una enfermedad universal. El remedio para esta enfermedad no puede ser sectario, debe ser también universal. La atención en la respiración cumple este requisito. La respiración es común a todos: observarla resultará aceptable para todos. Cada paso en el camino debe estar totalmente libre de todo tipo de sectarismo.

La respiración es una herramienta con la que se puede explorar la realidad sobre uno mismo. De hecho, en el ámbito de la experiencia, conocéis muy poco sobre vuestro cuerpo. Sólo conocéis su apariencia externa, sus partes y funciones que podéis controlar conscientemente. Pero no conocéis nada sobre los órganos internos que funcionan sin vuestro control, ni sobre las células que componen todo vuestro organismo y que cambian a cada momento. Numerosas reacciones bioquímicas y electromagnéticas ocurren constantemente en vuestro cuerpo sin que tengáis conocimiento alguno sobre ellas.

En este camino, lo que desconozcáis sobre vosotros mismos debéis conocerlo. La respiración os ayudará a lograrlo, actuando como un puente desde lo conocido hasta lo desconocido, ya que es una función del cuerpo que puede ser consciente o inconsciente, intencionada o automática. Uno empieza con la respiración consciente, intencionada y continúa hacia la atención de la respiración normal, natural. A partir de ahí, avanzaréis hacia verdades aún más sutiles sobre vosotros mismos. Cada paso es un paso con la realidad; cada día penetraréis un poco más para descubrir realidades más sutiles sobre vosotros mismos, sobre vuestro cuerpo y mente.

Hoy se os pidió que sólo observarais la función física de la respiración, pero al mismo tiempo, cada uno estuvo observando la mente, ya que la naturaleza de la respiración está fuertemente conectada con el estado mental propio. Tan pronto como aparece cualquier impureza, o surge cualquier contaminación en la mente, la respiración se altera, uno empieza a respirar un poco más rápido, un poco más pesadamente. Cuando la contaminación desaparece, la respiración vuelve a ser suave nuevamente. De esta forma, la respiración ayuda a explorar no sólo la realidad del cuerpo, sino también la de la mente.

Una realidad de la mente que hoy habéis comenzado a experimentar, es su hábito de estar siempre vagando de un objeto a otro. No quiere centrarse en la respiración ni en un objeto único de atención; al contrario, anda desenfrenada.

Y cuando la mente vaga de un lado a otro, ¿a dónde va? Como habéis observado a través de vuestra práctica, la mente vaga o en el pasado o en el futuro. Éste es el patrón de comportamiento de la mente; no le gusta permanecer en el momento presente. Pero lo cierto es que uno debe vivir en el presente. El pasado es irrecuperable y el futuro está fuera de nuestro alcance hasta que se convierta en presente. Recordar el pasado y pensar en el futuro son importantes pero sólo en la medida en que os ayude a tratar el presente. Sin embargo, debido a este hábito tan arraigado, la mente constantemente trata de escapar de la realidad presente hacia un pasado o futuro que es inaprensible, y por lo tanto esta mente salvaje permanece agitada, desdichada. La técnica que estáis aprendiendo aquí, se llama “el arte de vivir”, porque la vida sólo puede ser realmente vivida en el presente. Por eso, el primer paso consiste en aprender cómo vivir en el momento presente, manteniendo la mente en la realidad presente: la respiración que está entrando o saliendo ahora por las fosas nasales. Ésta es la realidad de este momento, aunque se trate de una realidad superficial. Si la mente se distrae, con una sonrisa, sin tensión alguna, uno acepta el hecho de que, debido a su antiguo comportamiento habitual, se ha distraído. Tan pronto como uno se da cuenta que la mente vaga, automáticamente y de forma natural, ella misma regresará a la atención en la respiración.

Habéis detectado con facilidad la tendencia de la mente a divagar sobre pensamientos tanto del pasado como del futuro, pero ¿de qué tipo son estos pensamientos? Hoy habéis observado que a veces los pensamientos aparecen sin ninguna secuencia, sin principio ni fin. Tal comportamiento mental normalmente se considera como signo de locura. Sin embargo, ahora habéis descubierto que estás igual de locos, perdidos en la ignorancia, en las ilusiones, en el engaño (moha). Incluso cuando hay una secuencia en los pensamientos, éstos tienen como objeto algo que es agradable o desagradable. Si es agradable, uno reacciona con placer, que se transforma en avidez, en apego (raga). Si es desagradable, uno reacciona con desagrado, que se transforma en aversión, en odio (dosa). La mente está constantemente llena de ignorancia, de avidez y de aversión. Todas las demás impurezas surgen de estas tres básicas, y cada impureza le hace a uno desdichado.

El objetivo de esta técnica es purificar la mente, liberarla del sufrimiento mediante una erradicación gradual de las negatividades internas. Es una operación profunda en el propio inconsciente, con el fin de descubrir y remover los complejos allí escondidos. Incluso el primer paso de la técnica debe purificar la mente, y así es: observando la respiración, no sólo habéis empezado a concentrar la mente sino también a purificarla. Tal vez durante el día de hoy, sólo hubo unos pocos momentos en los que vuestra mente se concentró plenamente en la respiración, sin embargo, cada uno de esos momentos es muy poderoso para cambiar el patrón habitual de la mente. En ese momento sois conscientes de la realidad presente, del aire entrando o saliendo por las fosas nasales, sin ilusión alguna. Y como no tiene sentido desear más aire o sentir aversión hacia vuestra propia respiración, simplemente observáis, sin reaccionar. En tal momento, la mente está libre de las tres contaminaciones básicas, es decir, está pura. Este instante de pureza en el ámbito consciente tiene un fuerte impacto en las antiguas impurezas acumuladas en el inconsciente. El contacto de estas fuerzas positivas y negativas produce una explosión. Algunas de las impurezas escondidas en el inconsciente surgen al nivel consciente, y se manifiestan como diversas molestias físicas o mentales.

Cuando uno se enfrenta a una situación así, existe el peligro de inquietarse y de multiplicar las dificultades. Sin embargo, sería sensato comprender que lo que parece ser un problema es en realidad una señal de éxito en la meditación, un aviso de que la técnica ha empezado a funcionar. Se ha iniciado la operación en el inconsciente y el pus oculto comienza a salir de la herida. Aunque el proceso sea incómodo, ésta es la única forma de hacer salir el pus, para liberarse de las impurezas. Si continuáis trabajando correctamente, estas dificultades irán disminuyendo progresivamente. Mañana será un poco más fácil, el siguiente día un poco más. Si trabajáis, poco a poco todos los problemas pasarán.

Nadie puede hacer este trabajo por ti; tienes que hacerlo tú mismo. Debes explorar la realidad en ti mismo. Tienes que liberarte a ti mismo.

Algunos consejos sobre cómo trabajar:

En las horas de meditación, meditad siempre en el interior. Si lo intentáis al aire libre, en contacto directo con la luz y el viento, no podréis penetrar en las profundidades de vuestra mente. Podéis salir al exterior en los descansos.

Debéis permanecer dentro de los límites del lugar del curso. Estáis llevando a cabo una operación en vuestra mente; permaneced en la sala de operaciones.

Tomad la decisión de permanecer durante todo el curso, a pesar de las dificultades que tengáis que afrontar. Cuando surjan problemas durante la operación, recordad esta firme determinación. Puede ser perjudicial el abandonar en la mitad de un curso.

Igualmente, tomad la firme determinación de observar toda la disciplina y normas, entre las cuales la más importante es la norma del silencio. También comprometeros a seguir el horario cada día, y especialmente a estar en la sala de meditación durante las tres meditaciones en grupo de una hora.

Evitad los peligros de comer en exceso, de sucumbir ante el sueño y de hablar innecesariamente.

Trabajad exactamente como se os pide. Sin juzgarlo, durante el curso, dejad a un lado todo lo que podáis haber leído o aprendido en otro lugar. Mezclar técnicas es muy peligroso. Si tenéis alguna duda, acudid al profesor para resolverla. Pero ofrecedle unajusta oportunidad a esta técnica; si así lo hacéis, obtendréis maravillosos resultados.

Aprovechad lo mejor posible el tiempo, la oportunidad y la técnica para liberaros de las ataduras de la avidez, la aversión y el engaño y, así, poder disfrutar de la verdadera paz, de la verdadera armonía, de la verdadera felicidad.

Verdadera felicidad para todos vosotros.

¡Que todos los seres sean felices!